Pensar ha sido siempre la actividad decisiva.
Nunca me han cabido dudas de que Buenos Aires es una de las metrópolis culturales del mundo: basta poner un cartel en un aula para que aparezca, no se sabe de dónde, toda una fauna ya conocedora, interesada y productiva, que origina una reacción en cadena que se retroalimenta.
Hace muchos años pensé en las posibilidades que tendría un Centro donde se abriese el mundo de la computación gráfica a miles de estudiantes por año. El Profesor Alain Garnier, de la École Polytechnique Fédérale de Lausanne (EPFL), alma de nuestra cooperación, el Dr. Pierre Rossel, del Instituto de Investigaciones sobre el Ambiente Construido y el que habla, dimos forma al Proyecto, y pensando que los nombres de las instituciones deben definir la esencia de su vocación, coincidimos en bautizarlo como Centro de Creación Asistida por Ordenador (CAO). Esto fue un gesto conciente, que osaba una pretensión más allá de los conceptos por entonces corrientes para el Dibujo Asistido por Ordenador, y aún para la Concepción Asistida por Ordenador.
Desde su inicio hasta hoy, nuestro Centro ha reunido un interesante grupo de investigadores y profesores, en cuyas materias de grado para todas las carreras de la FADU y cursos de extensión extracurriculares abiertos a la comunidad, han hecho sus primeras armas o han actualizado su capacitación un promedio de algo más de 6.000 alumnos al año.
El futuro? Pienso que el Centro CAO está excepcionalmente bien ubicado para constituir un observatorio de la relación del creador con la herramienta. Mi visión personal es que el mundo informático está aún deslumbrado siguiendo las pistas de la inteligencia artificial y la realidad virtual, ávido de apropiarse de los continuos avances de la tecnología que incrementan minuto a minuto la performance del hardware y software, sin mencionar la carrera por el incremento de la rentabilidad del mercado, para no entrar en terrenos de geopolítica donde los altos objetivos académicos constituyen una variable demasiado inestable para los expertos del marketing. Un mundo informático demasiado fascinado, diría, y no en el mejor sentido del término, como para prestar debida atención al impacto del artista creador sobre la herramienta, afortunadamente desarrollado en los últimos años por desprejuiciados investigadores del soporte Web.
Aún puede notarse un marcado sesgo informático de la computadora, lo que mantiene su status de «sospechosa» para un número importante de artistas creadores y profesionales.
Veo, como resumen final, el presente de nuestro Centro como lugar donde se desarrollen aplicaciones instrumentales para el mejoramiento de nuestra realidad. Constituye asimismo, un ambicioso tema que nos interesa sobremanera, la observación de la Gestalt hombre-computadora, con el énfasis puesto en el hombre.
Pensar ha sido siempre la actividad decisiva.